Nuestra Eclesialidad
La respuesta que damos a esta realidad mundial de injusticia y muerte, tiene su origen e inspiración en nuestra fe en el Dios que Jesús nos revela, y en nuestro sentirnos comunidad de creyentes. Esto, a su vez, influye en el tipo de Iglesia que queremos contribuir a construir.
Queremos ser una respuesta de iglesia a un mundo injusto.
Nuestra opción es acompañar los procesos de liberación integral de los pueblos oprimidos, anunciando la Buena Noticia de Jesús y colaborando en la construcción del reinado de Dios. Nuestra presencia en el Sur, aparte de cooperación y solidaridad, tiene que ser en el Norte denuncia y altavoz, interpelación a quienes viven ignorantes y ajenos a esas realidades.
Nos sentimos miembros activos de una iglesia universal y plural.
La llamada a anunciar la Buena Noticia de Jesús y a trabajar por el reinado de Dios a través de la solidaridad con el Sur la concretamos, compartiendo nuestra vida y nuestra labor, en esos países del Sur durante unos años.
Queremos trabajar por una iglesia que crece en esa respuesta a un mundo injusto.
- Una Iglesia solidaria y testimonialmente pobre.
- Una Iglesia multicultural e inculturada.
- Una Iglesia que habla a los hombres desde la encarnación.
- Una Iglesia de vanguardia, presente en las nuevas pobrezas.
- Una Iglesia profética y libre.
- Una Iglesia con carismas para el servicio.
- Una Iglesia abierta a la sociedad y atenta a los signos de los tiempos.
- Una Iglesia unida pero no uniforme.
- Una Iglesia comprometida con la defensa de la Naturaleza.
- Una Iglesia comprometida con el ecumenismo y el diálogo interreligioso.
Teniendo una presencia y una tarea en el norte y en el sur
Nuestra vocación misionera nace y crece en una comunidad cristiana en la que madura nuestra fe y en la que se inicia nuestro compromiso. No entendemos un compromiso en lo lejano cuando antes no ha habido un compromiso en lo cercano.
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